sábado, 10 de octubre de 2009

Curación de un hombre en sábado
Mt. 12. 9-14 Lc. 6. 6-11
3 1 Jesús entró nuevamente en una sinagoga, y había allí un hombre que tenía una mano paralizada. 2 Los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si lo curaba en sábado, con el fin de acusarlo. 3 Jesús dijo al hombre de la mano paralizada: "Ven y colócate aquí delante". 4 Y les dijo: "¿Está permitido en sábado hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?". Pero ellos callaron. 5 Entonces, dirigiendo sobre ellos una mirada llena de indignación y apenado por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: "Extiende tu mano". Él la extendió y su mano quedó curada. 6 Los fariseos salieron y se confabularon con los herodianos para buscar la forma de acabar con él.
La multitud sigue a Jesús
Mt. 4. 25; 12. 15-16 Lc. 6. 17-19
7 Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, y lo siguió mucha gente de Galilea. 8 Al enterarse de lo que hacía, también fue a su encuentro una gran multitud de Judea, de Jerusalén, de Idumea, de la Transjordania y de la región de Tiro y Sidón. 9 Entonces mandó a sus discípulos que le prepararan una barca, para que la muchedumbre no lo apretujara. 10 Porque, como curaba a muchos, todos los que padecían algún mal se arrojaban sobre él para tocarlo. 11 Y los espíritus impuros, apenas lo veían, se tiraban a sus pies, gritando: "¡Tú eres el Hijo de Dios!". 12 Pero Jesús les ordenaba terminantemente que no lo pusieran de manifiesto.
Institución de los Doce
Mt. 10. 1-4 Lc. 6. 12-16
13 Después subió a la montaña y llamó a su lado a los que quiso. Ellos fueron hacia él, 14 y Jesús instituyó a Doce para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar 15 con el poder de expulsar a los demonios. 16 Así instituyó a los Doce: Simón, al que puso el sobrenombre de Pedro; 17 Santiago, hijo de Zebedeo, y Juan, hermano de Santiago, a los que dio el nombre de Boanerges, es decir, hijos del trueno; 18 luego, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Tadeo, Simón, el Cananeo, 19 y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó.
La actitud de los parientes de Jesús
20 Jesús regresó a la casa, y de nuevo se juntó tanta gente que ni siquiera podían comer. 21 Cuando sus parientes se enteraron, salieron para llevárselo, porque decían: "Es un exaltado".
Jesús y Belzebul
Mt. 9. 34; 12. 24-29 Lc. 11. 15-22
22 Los escribas que habían venido de Jerusalén decían: "Está poseído por Belzebul y expulsa a los demonios por el poder del Príncipe de los demonios". 23 Jesús los llamó y por medio de comparaciones les explicó: "¿Cómo Satanás va a expulsar a Satanás? 24 Un reino donde hay luchas internas no puede subsistir. 25 Y una familia dividida tampoco puede subsistir. 26 Por lo tanto, si Satanás se dividió, levantándose contra sí mismo, ya no puede subsistir, sino que ha llegado a su fin. 27 Pero nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si primero no lo ata. Sólo así podrá saquear la casa.
La blasfemia contra el Espíritu Santo
Mt. 12. 31-32 Lc. 12. 10
28 Les aseguro que todo será perdonado a los hombres: todos los pecados y cualquier blasfemia que profieran. 29 Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón jamás: es culpable de pecado para siempre". 30 Jesús dijo esto porque ellos decían: "Está poseído por un espíritu impuro".
La verdadera familia de Jesús
Mt. 12. 46-50 Lc. 8. 19-21
31 Entonces llegaron su madre y sus hermanos y, quedándose afuera, lo mandaron llamar. 32 La multitud estaba sentada alrededor de Jesús, y le dijeron: "Tu madre y tus hermanos te buscan ahí afuera". 33 Él les respondió: "¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?". 34 Y dirigiendo su mirada sobre los que estaban sentados alrededor de él, dijo: "Estos son mi madre y mis hermanos. 35 Porque el que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre".

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